Es la mujer tranquila. Dilma Rousseff no parece inquietarse ante sus principales rivales, el socialdemócrata José Serra y Marina Silva, de los Verdes.Porque en estas presidenciales brasileñas la única incógnita es si la candidata oficialista, del partido de los Trabajadores de Lula, logrará  más del 50% de los votos, o si necesitará segunda vuelta.Los sondeos le auguran un victoria suficiente para confirmarla hoy como la sucesora de Lula en la presidencia. Sería la primera mujer que ostenta este cargo en la historia de Brasil.Desde el momento del padrinazgo, quedó claro que el destino de Rousseff era entrar en la historia. Quien la vote hoy, vota a un presidente que abandona el cargo con un 85% de popularidad.Porque en los 8 años de la era Lula, el crecimiento de Brasil ha permitido la creación de 14 millones de empleos. 36 millones de ciudadanos se han incorporado a la clase media, y otros 29 millones han dejado de ser pobres.A la mujer con un pasado de guerrillera que fue a la cárcel y con un presente de feliz abuela que acaba de superar un cáncer linfático, la aguarda un futuro complejo: gestionar e incrementar el legado de su mentor.