La Catedral de Barcelona está blindada por tierra y aire. Es el punto de partida del recorrido del Papá previsto para mañana y por eso 200 agentes de los Mossos d’Esquadra ya han acordonado sus alrededores. Primero procediendo al cierre de varias calles y segundo, con lo que está por llegar. A las cinco de la tarde se acabarán los paseos de turistas por el barrio gótico. A partir de esa hora los Mossos sólo dejarán entrar a los comerciantes y a los residentes que puedan identificarse con la documentación necesaria. La restricción durará 24 horas y ya ha provocado el malestar de los comerciantes que esperaban un fin de semana de ventas. La medida deja también sin espacio a las terrazas de bares y restaurantes. Desde primera hora son habituales los registros a peatones, así como las pruebas de los artificieros y las inspecciones de los bajos de cada vehículo que accede a los aparcamientos de la zona. Unos aparcamientos que no podrán abandonar una vez que se aplique la prohibición de paso. El despliegue de seguridad suma 3.000 agentes entre policía autonómica, nacional y guardia urbana. Una ciudad preparada para la visita del pontífice que ha amanecido con la bandera del Vaticano presidiendo los balcones de la Generalitat y del Ayuntamiento.